La Marcha de los Sorongos

Es largo el viaje del Sorongo
pues un Sorongo viaja largamente
en el viaje largo del Sorongo.

¿Quién no se ha preguntado
qué ha de ser de la suerte de un Sorongo
cuando es arrojado por el excusado?

¿Quién entiende realmente el fenómeno
del Sorongo viajero que ansía la libertad
y viaja como una estrella fugaz?

Y es que, es largo el Camino del Sorongo
y sólo unos pocos sorongos elegidos
caminarán el sendero de la victoria.

Y sólo los Sorongos más valientes,
los más duros y los más largos,
resistirán la larga travesía.

Todo comienza con un caudal imperioso de agua
que sacude a los Sorongos como un huracán
y, tarde o temprano, el Sorongo es impelido
a tirarse por el sucio tobogán.

Este es un trayecto que se hace interminable
porque no se trata de un tobogán cualquiera:
es la Ruta del Elegido, por donde patinó
Ramaoth, el Primer Sorongo.
Y desde ese día, la caída en picada
es una caída sagrada.

Todos los Sorongos sienten,
a lo largo de este tramo
un creciente sentimiento de patria,
como quien vuelve a casa, diciendo
"esta es la tierra que amo".

Finalmente, tras millones de metros recorridos,
el Sorongo arriva a destino:
el mismo Centro de la Tierra,
la segunda instancia del camino de Ramaoth el Grande.
Algunos después, otros antes,
los Sorongos se reunen efímeramente
como esperando al fantasma de lo que será.

Es entonces cuando un temblor
sacude la caverna acuífera
del Centro de la Tierra,
donde los Sorongos flotan felices.

Este temblor habrá de producir
un inconmesurable temor
en los Sorongos alli congregados
y, trémulos, se preguntarán entre sí:
"qué está pasando aquí?"

Pero la respuesta no se hará esperar
porque pronto llegará
el Rey Sorongo
en un despliegue de luces, colores y sonido sin igual
y su fétido olor anunciará su llegada.

El Rey Sorongo, semi divinidad
ante quien todos los Sorongos habrán de hincarse
representa la Voluntad Divina
de aquél, primer Sorongo,
Ramaoth el Legendario, y anunciará a los Sorongos
que llegan de todo el mundo
que no tengan miedo, pues pronto,
muy pronto,
se verán obligados a hacerse de valentía.
Algunos, muchos, no lo lograrán
y perecerán desintegrados.

El Rey Sorongo se despide ya
y la música noble y orgullosa se pierde
en los confines de la sisterna.

Llegado este punto, los Sorongos verán una luz,
y a su vez se verán empujados
todos juntos, como hermanos
a lo largo de un pasadizo
de características enormes
hasta llegar a sentir
la penetrante escencia de la libertad.

"Libres! Somos libres!", dice un Sorongo
"Pero, cuál es nuestro rumbo ahora?", dice otro más allá
"Ramaoth, dinos qué será de nosotros!"
Y en todos a la vez,
un sentimiento puro aparece
en sus corazoncillos de cacona:
Es el mismo Ramaoth,
que habla desde el abismo del más allá.

"Oh, Sorongos,
oh, Soretes
están aquí, ante mí
con la duda en vuestros corazones.
Pero temed nada:
Yo he caminado este camino
y les puedo garantizar lo siguiente:
están ante grandes peligros,
lo único más doloroso que su propia muerte
será la muerte de sus hermanos.
Gran peligro se halla en su camino
y también gran belleza."

Y entonces un remolino de fantasía
arrastra a los Sorongos, ahora angustiosos,
a los fondos del Río Samoron,
que en lengua antigua Soronga, significa
a donde van todos los Sorongos.

Y mientras se acercan al fondo del Samoron
las náyades del Pipí aparecen
como una brisa omnipresente del agua
y bailan con los Sorongos,
los acarician suavemente, hasta no saber
dónde empieza uno y termina el otro.

Los Sorongos más inconsistentes
se fundirán con las náyades
y acabarán por morir, olvidados.

Los Sorongos más fuertes,
y también los más sabios,
resistirán la tentación,
y su viaje hacia el fondo del Samoron
será seguro una vez más.

Allí los Sorongos vagarán sin rumbo
desconcertados una vez más
hasta que divisarán a lo lejos
la luz de la vida.

Y comenzarán a desfilar en esa direccion
y, eventualmente, llegarán.
Una urbe se despliega a sus pies,
una ciudad para todos los Sorongos
bajo el cielo, y tambien bajo el agua.

Esta ciudad está maldita
pues es la ciudad de Golomash,
que quiere decir la ciudad de los débiles
y aquí viven todos aquellos que
optaron no seguir el Camino del Elegido.

Tuvo Golomash su origen
con el primer recorrido de Ramaoth el Primero,
que no iba solo, sino acompañado
de quinientos sorongos, quinsorongos.

Y Goloth el Débil organizó un motín.
Y con él, cuatrocientos Sorongos,
quienes fundaron Golomash.
Así Ramaoth siguió su camino,
con sólo cien Sorongos.

Bien, los Sorongos de nuestra historia
afrontaron su segunda prueba de voluntad.
Qué había en el camino más adelante?
Serían tal vez más peligros, o la salvación?
El camino de Ramaoth el Primero terminaría pronto,
afirmaban aquellos Sorongos que tenían fe.

Algunos Sorongos, pues, se quedaron
y otros Sorongos siguieron su camino.
Dejaron detrás las luces de la imponente Golomash,
en la búsqueda de lo incierto.

La noche se abatiría sobre ellos
y la oscuridad lo consumiría todo.
Los Sorongos, repentinamente,
cayeron, cayeron y cayeron más aún.
Eran Sorongos expertos en caer,
porque eso era, en gran parte,
lo que habían hecho hasta entonces.
Pero ninguna caía los podría preparar
para ésta caída.

Finalmente, cayeron tanto,
que el mundo se acabó,
y por lo tanto, comenzaron a caer desde arriba,
desde los cielos, como un escuadrón aereo
de Sorongos.

Allí había una nube,
donde los esperaba parcimoniosamente
el Primero, Ramaoth, que quiere decir
la luz que guía el camino.
Pronto, los Sorongos hayaron la felicidad.
Porque finalmente habían llegado
al Cielo de los Sorongos.

Y así concluye la Crónica Soronguista,
que narra la vida del Sorongo
y su tortuoso viaje, así como
la recompensa al final del camino.

Así que, joven lector,
la próxima vez que mandes un Sorongo
a este trayecto místico,
deseale suerte, porque ahora ya sabes
qué le depara el destino.