TÓRDIDA DESVENTURAS DEL DESDICHADO ARLONZO
He aquí la 3er entrega de esta prodigiosa aventura.
CAPÍTULO III
QUE TRATA DE
Se encontraba la comitiva en un estrecho y mohoso túnel decorado por sendas cabecitas ridiculizadas, las cuales emitían una tenue lucesilla por la parte superior de su lustroso cráneo. Atrás, y del otro lado de la puerta, dejábase oír Norma luchando para destrabar su cornamenta. Las esperanzas eran realmente escasas, pero sargento y cabo creían ciegamente que mientras llevaran a Arlonzo no correrían peligro alguno, pues el dios no dejaría a un niño morir.
Avanzaron los tres prófugos por aquel corredor unos penosos y húmedos setenta y cinco metros, hasta que vislumbraron una salida. Al atravesar el umbral, encontráronse sobre un camino adoquinado que lucía severos maltratos. Podría decirse, a juzgar también por la hierba crecida en aquellos lugares donde faltaban los pequeños cubitos, que hacía tiempo el rey no transitaba aquella senda. Podrían decirse también infinidades de cosas y especular sobre el espacio tiempo, pero eso, realmente, no viene a cuento.
Siguieron la callecilla durante varios kilómetros sin notar nada extraño. Las horas pasaban y el hambre azotaba a los viajantes (a todos salvo Fergovia que, recordemos, habíase devorado una chuleta a escondidas del mundo). Decidieron entonces recorrer un trecho más y, si la buena fortuna no tenía la decencia de aparecer, tirarse a la buena de dios a la sombra de alguno de esos árboles de aspecto siniestro que flanqueaban su recorrido. Pero, de tal manera corrió el dado, que una choza de proporciones descomunales apareció en el horizonte. Ávidamente apresuraron el paso y tras un par de horas arribaron al lugar, y descubrieron la verdadera naturaleza de aquella edificación. A simple vista era una choza común y corriente pero de tamaño colosal. Sin embargo, si uno echaba una mirada experta, descubría que su techo era como los de feria, colorido, vivaz, insolente; sus puertas, que a bien ornamentos tener, invitaban a uno a perderse en un mar de lujuria; sus ventanas, filtraban jolgorio pero atesoraban la gloria dentro; por último, personajes de lo más extraño descendían de lujosos carruajes ayudados por mayordomos faltos de alguna extremidad o con alguna deformación presente. En fin, podría decirse que se trataba de una casa de burlesque pero tan enorme, que seguramente hacía las veces de hotel, vivienda y salón de espectáculos para huéspedes y clientes del clero y la nobleza finlandesa y/o mozambiqueña.
Acercose la comitiva a un carruaje singularmente opulento y, mientras nadie veía, lo abordaron, maniataron a sus pasajeros y tomaron poderío de la nave. Vistiéronse luego los tres con sendos ropajes nobles rellenos de peculiares simbologías tales como querubines vestidos de traje, diosas más gordas que pierna de res y un sinfín de pequeños detalles que seguramente entorpecerían el relato. Una vez esto, condujeron el vehículo a la entrada de la descomunal casa de burlesque/hotel/salón de eventos. Con una señoría indisciplinada, un pequeño muchacho recargado de adornos en la entrepierna y la cabeza, los recibió e identificose como el siervo del ballet parking. Dejaron entonces el carruaje en manos de este ser y aproximáronse a la entrada. Allí hacían cola varias parejas de extrañas criaturas, desde Peroventos hasta Jerúcidos. Uno a uno fueron recibiendo la bendición del Papa, que los paraba en la entrada y los agraciaba con dicha divinidad. Les tocó el turno a ellos y recibieron en carne propia la santidad del señor aquel. Entraron.
Dentro era un salón inmenso. Se asemejaba en demasía a una construcción china, puesto que las paredes eran tan frágiles como estas, las puertas, corredizas y el suelo de fina madera de Torobús. A su vez, un fino vaho llenaba el lugar y daba la sensación de extender una neblina insidiosa por el lugar. En el medio, sin embargo, era hueco y se prolongaba hacia arriba. En este y los cuatro pisos restantes, gente, miles de ellas, iban de un lado a otro llevando Prepucios al vinagre en bandejas hermosas y ofreciéndoles dicho alimento a los huéspedes/clientes, que doblaban o triplicaban en número al ejército de servidores; vieron, por ejemplo, como tres Celicios apretaban a un empleado contra un rincón, el pobrecillo sudaba y trataba de escapar de los huéspedes agresores. En fin, aproximáronse a una Picuña de traje y preguntáronle que a donde debían ir. Esta respondió asintiendo ligeramente con la cabeza e hízoles una seña desdeñosa para que la siguieran. Así lo hicieron y luego recorrieron interminables pasillos decorados con escudos y Tetas de monjas al rojo vivo. Llegaron al tercer piso de esta manera y
-Vete ahora, que aún puedes, Picuña, pues en nuestras personas ni un ápice de oro encontrarás.
-Oh, mi dulce, dulcísima señora, ante su bella personeidad ponemos nuestros cuerpos desnudos, rogando por los servicios que vuestra señoría pueda otorgarnos.
-Habláis como hombre de bien, viajero de la intemperie. Mis servicios os otorgaré a cambio de una pieza molar.
Ante esta declaración, Fergovia actuó tan aprisa que Grezga no pudo evitar el certero puñete que el sargento le propinó. Uno de sus dientes delanteros cayó entonces al suelo, ensangrentado y dispuesto a todo. Entregole el primero lo pedido a la señora y ésta replicó:
-Habéis actuado bien, hombre de buena fe. Solo a ti os agraciaré con mi págüer.
-Agraciado seré, mi bella dama.
Preparó entonces la mujer una serie de pequeños frascos de vidrio que contenían sustancias de todos los colores y dudosa procedencia. Echó cierta cantidad de cada uno de ellos en una vasija portátil de viaje y los entremezcló, confeccionando una bebida borboteante de color halfje y olor nauseabundo. Bebiose todo el contenido y su cara se transfiguró, regalando muecas de dolor y placer por igual.
Una vez esto, la señora sacó una baraja de cartas muy antiguas. Tan antiguas eran, que ni siquiera Grezga, que de despilfarro sabía, pudo descifrar a qué juego de azar correspondían. Mezcló aquellas cartas la femenina dama y luego levantó el mazo completo por sobre el escritorio. La comitiva esperaba, expectante. Dejó caer, luego, una carta que mostraba un bufón saltando sobre un pie y asiendo un Felicio por una pata. Dejó escapar un libidinoso “¡Oh!” y siguió tirando cartas. La segunda presentaba una dama con sobrepeso que se sentaba sobre un pequeño niño, que adolecía el peso que soportaba. La tercera mostraba un ave de rapiña degustando un brazo pequeño, como de una criatura. La cuarta estaba en blanco. Aquí paró la vidente (copada) y miró a los ojos a los tres aventureros.
-El destino del niño está marcado. No habéis de seguir con él. Abandonadlo y huid lejos, más allá de Las Montañas de
El derechazo que Fergovia otorgó en aquel momento a la vidente podría calificarse de salvaje, o tal vez no. Lo cierto es que la mujer quedó tiesa sobre el piso alfombrado, recupiendo un hilo de sangre por sus fosas nasales.
En ese preciso instante la puerta se abrió y una damisela (bastante rellena) con un oneroso sombrero adornando su rechoncha cabeza, se personó en el lugar. Al ver la escena no dudó en comenzar a gritar a viva voz.
-¡Matufia! ¡Matufia en la sala de la vidente!- vociferaba.
El sargento tomó las cuatro cartas que reposaban sobre la mesa y se las guardó rápidamente en su chaqueta. Regaló un cachetazo a Grezga para que saliera de su ensimismamiento, zamarreó al pequeño Arlonzo y les gritó que lo siguieran.
Corrió el trío por los largos pasillos del lugar. El vaho era casi asfixiante y no sabían a ciencia cierta por dónde seguir. Optaron entonces por dirigirse en línea recta y atravesar las frágiles paredes de papel de Aloz. Las autoridades del lugar, por su parte, y alertadas por la damisela poco agraciada que fue testigo del horror, intentaron dar caza a los tres, mas no lo consiguieron, pues quiso la buena fortuna que en el instante en que se creían atrapados, los prófugos atravesaron la última pared y cayeron al vacío, fuera del Prostámbulo aquel. Estos últimos, presos aún del pánico, huyeron furtivamente a un bosque cercano y se perdieron de la vista. Los persecutores, finalmente, abandonaron la causa, pues no querían disgustar a los clientes que afuera aparcaban sus elegantes carruajes.
18 comentarios:
uy, no me acuerdo nada de los otros, y este es muy largo, después lo leo
Gax
coincido TOTALMENTE con anonimo
¿Qué demonios es gax?
¡maldita sea!
obviamente se le fue la patita de la y y parece una x, por eso gax
Gax = jerga de ForumZ para Gay.
Una nueva palabra se ha agregado a mi vocabulario.
Nacho Gax.
Jajajajjsagoljds9ohn'0vc v.
jajajjajaj, Nacho Gax
Kieeey
Jajajajjsagoljds9ohn'0vc v = risa con tos de perro.
como bien apunta Guillote el mas bonito, gax es de sarlanga.com.ar no de ForumZ.
y otra cosa, podrias ser tan amable de arreglar este puto coso para comentar? porque no se si soy yo o que, pero no puedo mover el cursor con las flechitas ni copiar ni pegar texto ni nada
ajajaja Guillote el mas bonito ?????????????????
Esto se nos fue de las manos. Jacob quiere mover la isla.
Ay es que sos taaan lindo :$
A mí me funciona bárbaro eh...
Jajajjajkasdj, ese Anónimo dice boludeces. Quiere llamar la antención. Mmmmmmm.....
¡Acotación!
Acá está la explicación de gax a los 2:45 masomenos
http://www.youtube.com/watch?v=fEVIgQ-YJbY
knah dios mío kiey!
sdfsd investigaciones posteriores indican que es el puto morcilla fuego zorro el que me causa este problema
Yo no fui
(???)
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