Mi amor de Verano [FANFICTION]
Verdana... dijo que se llamaba Verdana.
La conocí durante mis vacaciones de verano en costa del este. Yo estaba vestido casual, o todo lo casual que se puede cuando se va a jugar al squash.
Había ido con tres amigos más, y mientras ellos tomaban mate en el tiempo compartido que estabamos alquilando yo me calcé los shortcitos blancos y me fui a pelotear un rato al paredón de la esquina (nadie me acompañó porque todos opinaban que era re gay). Lo que nunca esperé fue encontrarme una tipografía de tan bellas proporciones. Las descendentes pendían incitantes y dios, las contraformas.
Al instante supe que ese verano sería más cálido de lo normal, y no precisamente a causa del calentamiento global. Sabía que cada vez que pasara por la esquina, ahi estaría Verdana, llamándome como una sirena, esperando a que yo me estrellara en las rocas y me ahogara en las dulces aguas de la lujuria.
Al principio intenté resistir la tentación, pero al cabo de dos días no pude evitarlo y retorné al paredón. Lo único que quería era lamer esas suntuosas curvas con los ojos durante toda la tarde. Ni siquiera me importaba Tahoma, que siempre me había sido leal, y me habia acompañado en los buenos momentos y en los malos.
En el momento en que mis ojos se encontraron con sus frágiles bucles, su perfecta caja de equis, esas barras y esos vértices casi obscenos, no pude resistir el impulso de llenar de amor sus trampas de tinta. Estaba enamorado.
Me desperté al día siguiente enredado en las sábanas y cubierto del amargo sudor vespertino. La luz penetraba por las persianas americanas y la iluminaba en todo su esplendor... allí estaba, sobre la mesita de luz: sus aes abiertas y sus vé de vaca cortas cargadas de lascivia.
Sentí una mano en mi espalda y cuando me di vuelta, me encontré con la cara de Franquito. En el tiempo compartido habia una cama de doble plaza y habíamos salido perdedores del torneo de piedra papel y tijera. Franquito se despertó, y al notarme semidesnudo me propulsó hacia el piso con una certera patada en el pecho.
No fue hasta que llegué al baño y me lavé los dientes que me atacó una punzada de remordimiento. Lo que había hecho no estaba bien, y no era justo para Tahoma.
De repente sentí una fuerte necesidad de volver a casa y pedirle perdón de rodillas.
Tahoma no era una fea tipografía pero era acaso muy severa, y lo que en un principio parecía un cuento de hadas estaba comenzando a hartarme de a poco.
De repente volví a la realidad. ¿Qué haría con Verdana?
Oh, no! La había dejado sola en el cuarto con Franquito! Él estudiaba diseño como yo, y sin duda no resistiría la tentación de adueñarse vilmente de mi hallazgo.
Irrumpí en el cuarto sin pensarlo dos veces, tirando la puerta abajo de un golpe seco.
- Verdana es mía, MÍA!
Justo lo que sospechaba: Franquito y Verdana estaban cruzando miradas.
- Lo siento Nacho. Lo que Verdana y yo tenemos es demasiado hermoso.
- Verdana... ¿cómo pudiste? No. No contestes.
- Nacho, creo que tenemos que dejar que ella decida.
- De acuerdo. Prendé la notebook.
Y allí estaba. En ese momento se definiría un antes y un después en mi vida. Mientras se cargaba el Word 2003, mis nervios y los de Franquito crecían en desmedida.
Finalmente abrió, y una página en blanco nos invitó.
Yo comencé. Escribí, en Verdana 32, "Sé que nos conocemos hace poco, pero tambien sé que lo nuestro está destinado a ser."
Franquito entonces me apartó y escribió, debajo "Verdana vos sos la serifa de mis emes. Nadie puede detener nuestro amor."
Entonces yo tomé el control y escribí "Pero yo te voy a amar en cualquier variación de cualquier familia... te voy a amar cursiva, negrita, oblicua, te voy a amar aunque algún día te expandas."
Franquito interrumpió: "Sí pero Nacho ya traicionó a Tahoma... cómo sabes que te va a ser fiel?"
Me quedé en blanco. No supe qué responder a eso, porque desde luego era cierto.
Al cabo de una semana tuve que despedirme de Franquito, y esa fatídica tarde de enero fue la última vez que atisbé las curvas de Verdana.
Todavía creo reconocer su figura en las cartas de los restaurantes o en las cajas de pizza, y luego reacciono y veo que se trata de un Trebuchet o un Frutiger.
Nunca la olvidaré... mi amor de verano.
Verdana... dijo que se llamaba Verdana.
La conocí durante mis vacaciones de verano en costa del este. Yo estaba vestido casual, o todo lo casual que se puede cuando se va a jugar al squash.
Había ido con tres amigos más, y mientras ellos tomaban mate en el tiempo compartido que estabamos alquilando yo me calcé los shortcitos blancos y me fui a pelotear un rato al paredón de la esquina (nadie me acompañó porque todos opinaban que era re gay). Lo que nunca esperé fue encontrarme una tipografía de tan bellas proporciones. Las descendentes pendían incitantes y dios, las contraformas.
Al instante supe que ese verano sería más cálido de lo normal, y no precisamente a causa del calentamiento global. Sabía que cada vez que pasara por la esquina, ahi estaría Verdana, llamándome como una sirena, esperando a que yo me estrellara en las rocas y me ahogara en las dulces aguas de la lujuria.
Al principio intenté resistir la tentación, pero al cabo de dos días no pude evitarlo y retorné al paredón. Lo único que quería era lamer esas suntuosas curvas con los ojos durante toda la tarde. Ni siquiera me importaba Tahoma, que siempre me había sido leal, y me habia acompañado en los buenos momentos y en los malos.
En el momento en que mis ojos se encontraron con sus frágiles bucles, su perfecta caja de equis, esas barras y esos vértices casi obscenos, no pude resistir el impulso de llenar de amor sus trampas de tinta. Estaba enamorado.
Me desperté al día siguiente enredado en las sábanas y cubierto del amargo sudor vespertino. La luz penetraba por las persianas americanas y la iluminaba en todo su esplendor... allí estaba, sobre la mesita de luz: sus aes abiertas y sus vé de vaca cortas cargadas de lascivia.
Sentí una mano en mi espalda y cuando me di vuelta, me encontré con la cara de Franquito. En el tiempo compartido habia una cama de doble plaza y habíamos salido perdedores del torneo de piedra papel y tijera. Franquito se despertó, y al notarme semidesnudo me propulsó hacia el piso con una certera patada en el pecho.
No fue hasta que llegué al baño y me lavé los dientes que me atacó una punzada de remordimiento. Lo que había hecho no estaba bien, y no era justo para Tahoma.
De repente sentí una fuerte necesidad de volver a casa y pedirle perdón de rodillas.
Tahoma no era una fea tipografía pero era acaso muy severa, y lo que en un principio parecía un cuento de hadas estaba comenzando a hartarme de a poco.
De repente volví a la realidad. ¿Qué haría con Verdana?
Oh, no! La había dejado sola en el cuarto con Franquito! Él estudiaba diseño como yo, y sin duda no resistiría la tentación de adueñarse vilmente de mi hallazgo.
Irrumpí en el cuarto sin pensarlo dos veces, tirando la puerta abajo de un golpe seco.
- Verdana es mía, MÍA!
Justo lo que sospechaba: Franquito y Verdana estaban cruzando miradas.
- Lo siento Nacho. Lo que Verdana y yo tenemos es demasiado hermoso.
- Verdana... ¿cómo pudiste? No. No contestes.
- Nacho, creo que tenemos que dejar que ella decida.
- De acuerdo. Prendé la notebook.
Y allí estaba. En ese momento se definiría un antes y un después en mi vida. Mientras se cargaba el Word 2003, mis nervios y los de Franquito crecían en desmedida.
Finalmente abrió, y una página en blanco nos invitó.
Yo comencé. Escribí, en Verdana 32, "Sé que nos conocemos hace poco, pero tambien sé que lo nuestro está destinado a ser."
Franquito entonces me apartó y escribió, debajo "Verdana vos sos la serifa de mis emes. Nadie puede detener nuestro amor."
Entonces yo tomé el control y escribí "Pero yo te voy a amar en cualquier variación de cualquier familia... te voy a amar cursiva, negrita, oblicua, te voy a amar aunque algún día te expandas."
Franquito interrumpió: "Sí pero Nacho ya traicionó a Tahoma... cómo sabes que te va a ser fiel?"
Me quedé en blanco. No supe qué responder a eso, porque desde luego era cierto.
Al cabo de una semana tuve que despedirme de Franquito, y esa fatídica tarde de enero fue la última vez que atisbé las curvas de Verdana.
Todavía creo reconocer su figura en las cartas de los restaurantes o en las cajas de pizza, y luego reacciono y veo que se trata de un Trebuchet o un Frutiger.
Nunca la olvidaré... mi amor de verano.
Verdana... dijo que se llamaba Verdana.
2 comentarios:
uauuuuuuuuuuu muy buenoooooooooooooooong
no, pero posta, eh. muy bueno.
Increible, por dios. Increible.
Uno de los pejores posts en yoleihu. Increible.
Increible. increible.
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