20.3.10

Hipólito 24: Parte Uno

"Vea señor Yrigoyen, tiene usted cálculos renales. Ultimamente se juntó con algún negro o bicho por el estilo?"
Ay dios mio, pensó nuestro Hipólito Yrigoyen Investigador Privado, lo sabe, sabe lo de mi plantación de algodón.
"Oh, pues no, no sé cómo llegaron esos cálculos ahí señor Doctor Morisqueta"
"Pues ¡válgame! la operación requiere de estos tres ítems, muy difíciles de encontrar. Si me los trae, puedo hacer desaparecer sus problemas de un solo movimiento sexy. Si se demora más de 24 horas, tendrá que orinarlas, y podría ser difícil ya que tienen el tamaño de pelotas de tenis."
"Con Dios como mi testigo, soy Hipólito Yrigoyen y mañana tendré los 3 items."
"¡Valgame!" repitió el Doctor Morisqueta, mientras se untaba un pollo con dulce de leche usando el escalpelo.

23 HORAS
El primer ítem en la lista dice: "transudaca surreal". Hipólito sacude el puño a los cielos. Maldita sea, dice para si mismo, justo ayer un transudaca surreal ofreció limpiarme el vidrio de la carroza y le dije que no tenía monedas.
Si la carroza victoriana de Hipólito era su Batimóvil, un niño mexicano llamado Paco era su Alfred y una foto pegajosa de Luisana Lopilato era su Robin. Se subió de un salto a ella y salió a recorrer la ciudad en busca de un transudaca surreal. Transudacas había a patadas, el problema era el surreal.

22 HORAS
¡Piensa surreal! ¡Piensa surreal, Hipólito! En la distancia había un transudaca, una gigantesca carambola lo delataba. Se acercó tranquilamente Hipólito Yrigoyen y con suavidad le dijo:
"Un galpón balcánico pasa de ser babosa al burro galopante. Grandioso y enfermo."
El transudaca lo miró con asco y luego le cobró 50 pesos.

21 HORAS
Luego de mucho revolver, un transudaca generoso y compasivo, casi maternal, le muestra un pecho a Hipólito Yrigoyen. En ese pecho hay escrita una dirección. Ese sudaca era Felisa Buso, quien en el futuro sebará mate con Fabian Pianola, un antiguo amigo de Hipólito, en otra aventura.

20 HORAS
¡Ding Dong! Tocó timbre Hipólito en una residencia suburbana venida a menos y castigada por la mediocridad. De adentro provenía un fuerte olor a plástico quemado.
"我的阴道痛"
"No se lo tome a mal señora pero no le entiendo un choto."
"我看你知道古代的密码。通,我的年轻学徒。"
La china diminuta se hizo a un lado. Hipólito Yrigoyen pasó con una reverencia cuyo verdadero propósito era hacer lugar para un pedo que él creía muerto hace mucho ya.
La escena ante él era esta: un chino gordo y con cara de ir por el cuarto ataque cardiovascular le lanzaba frituras a la pantalla del televisor, mientras en la parrilla parecían estar cocinando un calzado deportivo de algun tipo, esa seria su cena. La anciana señaló al patio trasero, y allí, en el medio del pasto había un transudaca sentado en la oscuridad, cabizbajo. Hipólito Yrigoyen se sento a su lado.

"Qué te pasa amiguito?"
"Elsa... Elsa lame el salame! Lo lame, entiende?" la criatura parecía al borde del llanto.
"Vamos muchacho, hay muchos salames en el mundo, no te pongas así."
"Quiero mi bombón :'( "
"Este bombón... es un bombón asesino?"
"Convicto 3 veces."
"Bueno tengo buenas noticias para tí entonces. Yo mismo maté a unos cuantos chinos en una aventura anterior."
"¿Serias tu mi bombón asesino?¿De veritas?" sollozó el transudaca surreal.
"Claro que sí primor. Recoje tus cosas y vamoslón."
Pero al darse vuelta, los 2 chinos y sus 6 hijos reducidos por la desnutrición lo miraban con la ira en sus ojos. Oh oh, pensó Hipólito cuando a una velocidad furiosa dedujo que los chinos que había asesinado en su aventura anterior habrían de ser familia cercana de éstos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ESPLÉNDIDO.

Zeithgeist dijo...

por dios!! que te fumaste?
JAJAJAJA
una masa!