29.6.09

Anacronía y gansología del rulero

Cabalgamos a todo pedal, pues los mencheviques nos pisaban las espaldas.
- Demonios, Joe, tu y tus malditos espasmos reaccionarios.
- No lo puedo evitar Joe, tu sabes que amo al partido pero VIVA LENIN LA PUTA QUE LO PARIÓ!!1
La noche asía el culo de las estrellas, y soplaba sobre nosotros; la sensación era parecida a que un rottweiler te pise manejando un cuatriciclo rojo y negro. La sensación térmica en la ciudad de Buenos Aires es de 8 pikachus y es temprano, así que la cantidad de viejas que hicieron quilombo en una panadería de Recoleta por el precio de las tortas fritas es cercana a 0.
Los mencheviques nos persiguieron exactamente 20 metros y despues les dio mucha paja y se volvieron a jugar al culo sucio porque, en palabras de Dülschtoff Delechnikov (el gerente regional de recursos humanos del partido socialdemócrata), hacía un frío de cagarse.
En palabras apresuradas, lo cierto es que zafamos. Pero nada de esto habría ocurrido de no haber sido por aquel lamentable incidente con el ganso.

Hoy, casi 50 años más tarde (ah re que no sabia contar, AH RE), me llegó una factura de gas del 80% redondo. Como soy viejo y estoy al pedo fui a aclarar el malentendido, y sentado en el mostrador de los cuarteles secretos de la EPE estaba, ni más ni menos, Dülschtoff Delechnikov.
- Quierro mi ganso.
- JAMÁS! Sé muy bien lo que planeaban hacer con ese ganso.
No recuerdo nada más porque una bomba explotó bajo una señora gorda tres filas más allá (según me enteré, una vez un veterano de vietnam la colocó ahí pensando que era un tanque, y como la señora además de gorda era sucia, jamás notó ningún cambio).
El señor de la CIA aseguró que mi ganso estaba en perfectas condiciones y había sido trasladado a un lugar seguro.

Actualizamos, una señora acaba de generar angustia y desesperación en un almacén de recoleta por el precio de una torta frita. El encargado dijo "es que esta torta frita es la reencarnacion de Michael Jackson", y se armó el tole tole. Me voy a comerme a Michael Jackson, adiós.

22.6.09

Refinado

- Disculpe señor, ¿a dónde cree que va?
- Mire oficial de la ley, estoy apurado, cuanto me va a costar?
- Tres dátiles egipcios. Y esos pantalones.
- Me estás matando, man.
- ¿Es eso una amenaza?
- No sé, tengo miedo.
- Vení, yo te mantendré a salvo.
- Te quiero Robocop.
- Y yo a vos Kohinoor.
Y ambos lavarropas fueron muy felices juntos.

16.6.09

TÓRDIDA DESVENTURAS DEL DESDICHADO ARLONZO

He aquí la 3er entrega de esta prodigiosa aventura.

Para aquellos incautos que no recuerden de qué coño hablo, aquí tenéis las partes antecesoras:

Ahora sí,
Leed, disfrutad y recordad que "patán sin rostro no aventura tesorero" ;)

CAPÍTULO III

QUE TRATA DE LA PECULIAR EXPERIENCIA QUE LA COMITIVA EXPERIMENTÓ CON LA VIDENTE BARBITÚRICA

Se encontraba la comitiva en un estrecho y mohoso túnel decorado por sendas cabecitas ridiculizadas, las cuales emitían una tenue lucesilla por la parte superior de su lustroso cráneo. Atrás, y del otro lado de la puerta, dejábase oír Norma luchando para destrabar su cornamenta. Las esperanzas eran realmente escasas, pero sargento y cabo creían ciegamente que mientras llevaran a Arlonzo no correrían peligro alguno, pues el dios no dejaría a un niño morir.

Avanzaron los tres prófugos por aquel corredor unos penosos y húmedos setenta y cinco metros, hasta que vislumbraron una salida. Al atravesar el umbral, encontráronse sobre un camino adoquinado que lucía severos maltratos. Podría decirse, a juzgar también por la hierba crecida en aquellos lugares donde faltaban los pequeños cubitos, que hacía tiempo el rey no transitaba aquella senda. Podrían decirse también infinidades de cosas y especular sobre el espacio tiempo, pero eso, realmente, no viene a cuento.

Siguieron la callecilla durante varios kilómetros sin notar nada extraño. Las horas pasaban y el hambre azotaba a los viajantes (a todos salvo Fergovia que, recordemos, habíase devorado una chuleta a escondidas del mundo). Decidieron entonces recorrer un trecho más y, si la buena fortuna no tenía la decencia de aparecer, tirarse a la buena de dios a la sombra de alguno de esos árboles de aspecto siniestro que flanqueaban su recorrido. Pero, de tal manera corrió el dado, que una choza de proporciones descomunales apareció en el horizonte. Ávidamente apresuraron el paso y tras un par de horas arribaron al lugar, y descubrieron la verdadera naturaleza de aquella edificación. A simple vista era una choza común y corriente pero de tamaño colosal. Sin embargo, si uno echaba una mirada experta, descubría que su techo era como los de feria, colorido, vivaz, insolente; sus puertas, que a bien ornamentos tener, invitaban a uno a perderse en un mar de lujuria; sus ventanas, filtraban jolgorio pero atesoraban la gloria dentro; por último, personajes de lo más extraño descendían de lujosos carruajes ayudados por mayordomos faltos de alguna extremidad o con alguna deformación presente. En fin, podría decirse que se trataba de una casa de burlesque pero tan enorme, que seguramente hacía las veces de hotel, vivienda y salón de espectáculos para huéspedes y clientes del clero y la nobleza finlandesa y/o mozambiqueña.

Acercose la comitiva a un carruaje singularmente opulento y, mientras nadie veía, lo abordaron, maniataron a sus pasajeros y tomaron poderío de la nave. Vistiéronse luego los tres con sendos ropajes nobles rellenos de peculiares simbologías tales como querubines vestidos de traje, diosas más gordas que pierna de res y un sinfín de pequeños detalles que seguramente entorpecerían el relato. Una vez esto, condujeron el vehículo a la entrada de la descomunal casa de burlesque/hotel/salón de eventos. Con una señoría indisciplinada, un pequeño muchacho recargado de adornos en la entrepierna y la cabeza, los recibió e identificose como el siervo del ballet parking. Dejaron entonces el carruaje en manos de este ser y aproximáronse a la entrada. Allí hacían cola varias parejas de extrañas criaturas, desde Peroventos hasta Jerúcidos. Uno a uno fueron recibiendo la bendición del Papa, que los paraba en la entrada y los agraciaba con dicha divinidad. Les tocó el turno a ellos y recibieron en carne propia la santidad del señor aquel. Entraron.

Dentro era un salón inmenso. Se asemejaba en demasía a una construcción china, puesto que las paredes eran tan frágiles como estas, las puertas, corredizas y el suelo de fina madera de Torobús. A su vez, un fino vaho llenaba el lugar y daba la sensación de extender una neblina insidiosa por el lugar. En el medio, sin embargo, era hueco y se prolongaba hacia arriba. En este y los cuatro pisos restantes, gente, miles de ellas, iban de un lado a otro llevando Prepucios al vinagre en bandejas hermosas y ofreciéndoles dicho alimento a los huéspedes/clientes, que doblaban o triplicaban en número al ejército de servidores; vieron, por ejemplo, como tres Celicios apretaban a un empleado contra un rincón, el pobrecillo sudaba y trataba de escapar de los huéspedes agresores. En fin, aproximáronse a una Picuña de traje y preguntáronle que a donde debían ir. Esta respondió asintiendo ligeramente con la cabeza e hízoles una seña desdeñosa para que la siguieran. Así lo hicieron y luego recorrieron interminables pasillos decorados con escudos y Tetas de monjas al rojo vivo. Llegaron al tercer piso de esta manera y la Picuña extendió la mano al lado de una gran puerta doble. Fergovia, que era entendedor de las artimañas y retrucos de las Picuñas, exclamño:

-Vete ahora, que aún puedes, Picuña, pues en nuestras personas ni un ápice de oro encontrarás.

La Picuña, extrañada y triste a la vez, bajó la cabeza y se retiró abatida. Penetraron la puerta luego y se encontraron con una sala no muy grande, repleta hasta el hastío de pequeños adornitos. Eran realmente extraños y nunca habían visto algo como ello; pudieron divisar una pequeña torrecita que en su punto álgido sostenía una obscenidad, y sobre un rincón una serie de pequeños seres de forma humana (pero bastante amorfos) luchando dentro de una jaula de plata, así como también un retorcido hombrecillo que se mantenía oculto sobre una repisa maquilando quién sabe que horroroso plan. Pero lo que llamó su atención en demasía no fueron estos petarates cósmicos, sino la sombría figura que se apostaba detrás de un escritorio igualmente recargado de petates y boludeces. Pudo adivinar Grezga era una señora, pues su cabello era tan largo y sedoso como el de Penélope la Bella, aun así acuciaba ciertas dudas, ya que en la cabeza llevaba una pañelota sucia, sus ropajes estaban raídos y añejos y su pie derecho estaba atado a una pesada bola de acero del tamaño de una cabeza de niño bien alimentado. En fin, decidió probar suerte el cabo.

-Oh, mi dulce, dulcísima señora, ante su bella personeidad ponemos nuestros cuerpos desnudos, rogando por los servicios que vuestra señoría pueda otorgarnos.

-Habláis como hombre de bien, viajero de la intemperie. Mis servicios os otorgaré a cambio de una pieza molar.

Ante esta declaración, Fergovia actuó tan aprisa que Grezga no pudo evitar el certero puñete que el sargento le propinó. Uno de sus dientes delanteros cayó entonces al suelo, ensangrentado y dispuesto a todo. Entregole el primero lo pedido a la señora y ésta replicó:

-Habéis actuado bien, hombre de buena fe. Solo a ti os agraciaré con mi págüer.

-Agraciado seré, mi bella dama.

Preparó entonces la mujer una serie de pequeños frascos de vidrio que contenían sustancias de todos los colores y dudosa procedencia. Echó cierta cantidad de cada uno de ellos en una vasija portátil de viaje y los entremezcló, confeccionando una bebida borboteante de color halfje y olor nauseabundo. Bebiose todo el contenido y su cara se transfiguró, regalando muecas de dolor y placer por igual.

Una vez esto, la señora sacó una baraja de cartas muy antiguas. Tan antiguas eran, que ni siquiera Grezga, que de despilfarro sabía, pudo descifrar a qué juego de azar correspondían. Mezcló aquellas cartas la femenina dama y luego levantó el mazo completo por sobre el escritorio. La comitiva esperaba, expectante. Dejó caer, luego, una carta que mostraba un bufón saltando sobre un pie y asiendo un Felicio por una pata. Dejó escapar un libidinoso “¡Oh!” y siguió tirando cartas. La segunda presentaba una dama con sobrepeso que se sentaba sobre un pequeño niño, que adolecía el peso que soportaba. La tercera mostraba un ave de rapiña degustando un brazo pequeño, como de una criatura. La cuarta estaba en blanco. Aquí paró la vidente (copada) y miró a los ojos a los tres aventureros.

-El destino del niño está marcado. No habéis de seguir con él. Abandonadlo y huid lejos, más allá de Las Montañas de la Pericia- exclamó al tiempo que se alejaba del niño, como si pudiera este contagiarle la peste bubónica.

El derechazo que Fergovia otorgó en aquel momento a la vidente podría calificarse de salvaje, o tal vez no. Lo cierto es que la mujer quedó tiesa sobre el piso alfombrado, recupiendo un hilo de sangre por sus fosas nasales.

En ese preciso instante la puerta se abrió y una damisela (bastante rellena) con un oneroso sombrero adornando su rechoncha cabeza, se personó en el lugar. Al ver la escena no dudó en comenzar a gritar a viva voz.

-¡Matufia! ¡Matufia en la sala de la vidente!- vociferaba.

El sargento tomó las cuatro cartas que reposaban sobre la mesa y se las guardó rápidamente en su chaqueta. Regaló un cachetazo a Grezga para que saliera de su ensimismamiento, zamarreó al pequeño Arlonzo y les gritó que lo siguieran.

Corrió el trío por los largos pasillos del lugar. El vaho era casi asfixiante y no sabían a ciencia cierta por dónde seguir. Optaron entonces por dirigirse en línea recta y atravesar las frágiles paredes de papel de Aloz. Las autoridades del lugar, por su parte, y alertadas por la damisela poco agraciada que fue testigo del horror, intentaron dar caza a los tres, mas no lo consiguieron, pues quiso la buena fortuna que en el instante en que se creían atrapados, los prófugos atravesaron la última pared y cayeron al vacío, fuera del Prostámbulo aquel. Estos últimos, presos aún del pánico, huyeron furtivamente a un bosque cercano y se perdieron de la vista. Los persecutores, finalmente, abandonaron la causa, pues no querían disgustar a los clientes que afuera aparcaban sus elegantes carruajes.

9.6.09

Un copetín

Transcripción: Un loquito se hamaca y magicamente aparece un árbol y pumba. El mismo chaboncito se acerca a la cámara diciendo "nononononononononononono, perá un cachito. por qué hay un árbol ahí? RACISTA!"
Y es gracioso porque es absurdo que crezca un árbol de la nada, y tambien no tiene sentido que me diga racista, entienden?

¬¬

5.6.09

Notipip

No me detesten, no hace falta que me digan nada, Videomatch es una pija fláccida, pero de vez en cuando sale algo mágico. Y helo aquí. Ah, remarco que estoy posteando desde lo del amigo Guillote.

Cosas que Nacho hace en ratos de ocio

3.6.09

Las noticias

Crimsom Herbert-Shläuser, habitante de Viena desde nacimiento y víctima de un defecto congénito muy raro por el cual le crecían uñas en la cabeza y pelos en la punta de sus dedos, estaba agazapado detrás de unos matorrales espesos, con un trapito de cloroformo, justo a la salida de la Primaria Concepción Indeseada.
Crimsom eligió a un pequeño rubio y pecoso que, aww, pobrecillo, tenía un brazo enyesado. Lo sustrajo de la vista y lo durmió. Se enteró de las noticias mientras huía, y se detuvo en seco, con el joven escolar bajo el brazo.

Bebote Kevinson tenía dos hipotecas, un gato y una cinta scotch de la que cada vez quedaba menos. Había ingresado en la Guardia de su Majestad, la señora del Rulero. Peleaba en ese momento con un Groneh, en algún lejano paraje fétido a donde había sido mandado junto con su pelotón. Al enterarse de las noticas, tanto el como su contricante como todos los batallones que los rodeaban tiraron las armas y se abrazaron, y comenzaron a orar en agradecimiento.

Diego Mortadela, miembro júnior del escuadrón antibombas de la Polícía Federal y suscriptor de Zombie Gentleman Limited estaba masticando chicle y tratando de ignorar las múltiples gotas de sudor que poblaban su sutancial Cuerpo. La bomba marcaba 23 segundos para la detonación. El cable azul o el cadeda? Por la radio, escuchó las noticias, y se quedó pasmado, tal vez más de lo necesario. El Teniente Picoberto tuvo que echar mano de todas las cucharitas descartables del distrito para recoger sus restos del techo.

Las noticias, señoras y señores, son:
Sale el Monkey Island 5 (a cargo de más o menos todos los creadores originales) y además sale una remake del Monkey Island 1 (a cargo de Lucas Arts). Todo en más o menos un mes. No es joda.
No sé ustedes. Yo cuando lo juegue puedo morir en paz.