30.3.09

La Búsqueda

Hulohot casi tiró abajo la maltrecha tabla que servía como puerta de entrada a la cabaña. Inmediatamente la ventisca de nieve penetró al habitáculo maderil y extinguió el fueguecillo que había en la chimenea se extinguió. Revisó entre los papeles de la mesa, bajo el perro, detrás de los portaretratos, pero no habia señales de él.
Atronó la montaña con un grito de furia, y le pegó al perro.
Una avalancha lo sepultó de la faz de la cima alpina.

En Miami, Belia manejaba un convertible descapotable travestible. Le habían dicho que se había detectado al sospechoso en las inmediaciones. Se detuvo a comprar un superpancho.
- Pongale mostaza, mucha de ella buen señor.
- Borop. - respondio el Flaco Encapuchado con gran boliviandad.
- Tome, quedese con el cambio.
- Usted y yo tenemos un enemigo en común.
Belia dejó caer el superpancho.
- Dejemos esta charada. ¿Quién es usted?
- Sígame.

Íngallus y sus siete lazarillos recorrían el Kara-Kum en un trineo magnético, una tecnología todavia no desarrollada que había recibido de los laboratorios de mingitoria y agriculutra de EEUU. El territorio era abogiante y monótono. Cáctus. Cáctus. Cáctus. Cáctus. Camisa. Cáctus. Un minuto, ¿camisa?

Depster Gilmoron se palpó la nalga izquierda, y el equipo SWAT comprendió la orden silenciosa de asaltar el edificio. Derribaron un muro sólo para comprobar que la puerta estaba abierta.
Del otro lado, un laboratorio surcado de cables, cámaras de vacío, camillas, jeringas y donuts. ¡Donuts! Maldita sea, sabian que vendriamos.
Lo que Depster Gilmoron no detectó a primer vista fueron los maniquíes que vestían barbas falsas, camisas, todas de un asombroso parecido al sospechoso que buscban.

Belia fue conducida por un tubo pneumático gigante hasta una especie de despensa subterránea de concreto sólido que no hubiera sido amigable para alguien claustrofóbico. El Flaco Encapuchado la guió a traves de algunas puertas y escaleras, y finalmente llegaron hasta una habitación guardarropas. Abrió la puerta, y dentro no habían abrigos colgados, sino el sospechoso, con su barba, su camisa, y una mesita con un lápiz y una hoja en blanco. Era Nacho.

4 comentarios:

Guillote dijo...

Eso es imposible. Tenia que haber una pc o al menos un ipod con wifi.
Seguro que robaba wifi con la barba, te pongo las manos en el fuego.

Anónimo dijo...

esensasional. espero que continuen las historias paralelas contadas en este relato misoginciasfcsavbfdagksdngfc iuyfbdksb fdcancercranealajdfkshnciha c

Vieja de Hermana y Ratón Pérez dijo...

"extinguió el fueguecillo que había en la chimenea se extinguió."
... esa frase me mató. Literalmente.

Nacho dijo...

Seh, fue un pifie y después lo dejé.