Bitácora perdida del vanagloriado Pum Tintobón 3

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Acá vengo, como una gaviota al ojo de un Buey, a levantar el ánimo de este abandonado lugar...

=D

23 de noviembre de 1733

Hemos pasado toda la mañana buscando alguna señal de vida en las cercanías de nuestro improvisado centro de mando. “Negativo” fue la respuesta de Turbante del Cielo al inquirir yo sobre el hecho de encontrar vecinos. Nuestras esperanzas parecen estar en un punto medio entre la derrota y la falacia.

Tres horas llevamos caminando por la espesura de esta jungla. En este momento hemos hecho un alto en la travesía para recuperar fuerzas. Decidimos abandonar nuestra posición en la playa, por temor a represalias de “unos presuntos piratas” que el Oficial Don Sir Fervo Pleonasmo acusó haber visto cerca de un pequeño arrecife. Si bien dudo seriamente del buen juicio del buen oficial, tengo que reconocer que varios de los marineros se mostraron mucho más predispuestos al cambio y me resigné a obrar en pos de su buena salud mental.

Una vez más puedo dedicar unos momentos a este veterano cuaderno que una vez fue de mi difunto padre y en el cual ahora dejo constancia de mis atrevidas travesías. La noche está cerca. El suave aroma al salado mar puede sentirse traído por las ocasionales brisas cálidas. Decidimos acampar esta noche aquí, es peligroso proseguir en la noche, pues no conocemos este lugar. Pronto los encargados irán en busca de algo que comer. Pelo de Buey luce una pequeña pero acicalada cabellera, todos estamos felices. Pelusa va, pelusa vien…

24 de noviembre de 1733

Es más de mediodía. Afortunadamente encontramos una pequeña aldea indígena unas horas atrás y Gergel el Magnífico, que sabe de estas cosas, consiguió lo que él dijo era un precario mapa, luego de haber entablar una conversación bastante chistosa con uno de los jefes morenos. Pero el infortunio ha sentado cabeza una vez más entre nosotros, pues estamos tras las rejas. El “mapa” del que Gergel se jactaba haber conseguido, no era tal cosa. Lo primero que me trajo ese pensamiento a la cabeza fue el ver una gran calabaza dibujada del reverso. Luego, lo que parecían ser indicaciones para seguir una endiablada ruta no eran indicaciones, sino una astuta jugarreta por parte de los indígenas, ya que si uno lo doblaba de una manera precisa podía leerse “Pirga tendrás, tras las rejas quedarás”. En fin, seguimos a Gergel y pronto caímos en manos enemigas. En un pequeño claro, cuando estábamos seguros de estar cerca de un pueblo costero, tres dotaciones de soldados de la Corona Etrusca, famosos por su feroz temperamento, nos cerraron el camino. Luego de una temprana rendición (pues no teníamos apenas chance contra los recién aparecidos) fuimos llevados ante quien se hacía llamar Reina Cornomorsa. Era una mujer de grandiosas proporciones, pero no en el buen sentido, sino en el peor de ellos, pues sin siquiera preguntar qué hacíamos en el lugar, nos mandó a encerrar en el calabozo de su mansión en la ciudad. Y aquí estamos. La conch…

…lo de Buey. Sugirió él mismo un plan de escape que en un principio pareció una completa desfachatez, pero que luego de analizarlo con los oficiales, cambiamos de parecer. Cualquier cosa para salir del aprieto en el que nos encontramos. Siendo que la única ventana de la celda es del tamaño de un Corocsú, el hombre indicado es el bueno del enano. Lo hemos consultado con los demás y asombrados ante la valentía del petiso, lo alzaron en vitores aprobando su propuesta.

Ahora ya hemos planeado hasta el último detalle. Esta misma noche, formaremos una escalera humana y Pelo de Buey trepará por ella hasta la ventana. Una vez allí, utilizará una pequeña botellita de tónico de Papiera que yo guardaba para una ocasión especial para poder disolver los barrotes que nos privan del libre albedrío. Una vez en fuera, y ya en la calle, Pelo de Buey provocará una distracción en el mercado del lugar azotando a algún vejete o algo parecido. Cuando la escaramuza haya alcanzado una proporción épica, trepará por una soga que lo llevará directamente al techo de nuestra prisión. Cuando lo haga, se introducirá por la chimenea, bajará por esta y luego (suponiendo que no haya nadie en la sala… rogamos por eso) buscará la celda en la que nos encontramos. Todos esperamos que logre dar con ésta, sino estaremos completamente perdid…