31.1.08

El árbol en Cocacolandia

Aunque el ejército producto del pacto entre PeCsi y las demás marcas pete sólo veía una franja de cielo, no tuvieron problemas para distinguir cuatro esferoides amarillentos que asomaban en línea a su derecha, y eran tan altos que se fundían con las nubes color esperanza.
"Los Quatro Pomelo", explicaron los más conocedores de la expedición. "Estamos a la mitad exacta del Paso de los Toros."
Se les erizaron los pelos de la nuca macuca: el Paso de los Toros era el terreno más peligroso en toda la Tierra Gaseosa Carbonizada, tanto así que ni las Montañas Cítricas no se habían atrevido a cruzarlo, y así es como quedaron cortadas al medio. Todos se preguntaron qué pasaría, y algunos Murieron por la simple presión de la leyenda.
Los Palmeras sonaban con potencia cuando escucharon el ruido de los lanzatazos disparando a toda potencia y la música paró. Todos miraron hacia atrás, porque atrás iban los esnípers, y la sorpresa se convirtió en miedo cuando vieron que a sus espaldas había una multitud de TOROS DIABÓLICOS DE 6 METROS DE ALTO QUE EXHALABAN AZUFRE Y CUYOS OJOS CENTELLEABAN CON EL COLOR DE LA SANGRE DE SUS MILES Y MILES DE VÍCTIMAS. El miedo se convirtió en horror, el horror en terror, el terror en amor, pero inmediatamente despues en terror de nuevo.
Los más valientes se hicieron pis encima y corrieron como nenas con flujo prematuro, agitando los brazos y gritando que iban todos a morir. Los segundos más valientes se percataron de que los toros estaban inmóviles, si bien claramente listos para lanzarse sobre ellos.
Corrieron, señores, corrieron como si los persiguieran toros gigantes asesinos... y en gran parte así era.

La revuelta en Cocacolandia avanzaba sobre el Castillo con Forma de Latita. Los activistas como el Padre Dosporuno apuntaban Cola Light a las paredes del castillo y metían Mentitas por la boca de la botella, y así un poderoso cañón de espuma carcomía lentamente las paredes.
Los más pacíficos (los del Movimiento Bienestar) de desnudaban mostrando sus no-retornables sin pudor alguno. Ésto logró colmar la paciencia del Gran Rey Cocacolero (que nadie nunca lo vio, pero todos se lo imaginaban como un viejito con camisa playera, lentes de sol desproporcionados que hacía Fiestas de Camisetas Mojadas privadas todos los días), y éste ordenó la LEY MARCIAL, y que la guardia del rey lanzara Máquinas de Cocacola por las ventanas para que cayeran sobre los malditos activistas.
La primer sangre se derramó, sangre espesa y azucarada. Sangre del color que toma la Coca cuando la ponés contra la luz. Pero no era dulce... era amarga como los chupetines con supuesto gusto a cola.
De pronto los guardianes de las barreras anunciaron un avistamiento inusual. Allá abajo, millas al sur, sobre el desierto de Fanta Manzana (donde promotores desesperados te rogaban que te lleves su asqueroso producto), un individuo cagado a palos caminaba hacia las puertas de la fortaleza empuñando una espada.

El Gran Rey Cocacolero, que no era lo que se decía sino un empresario de traje y corbata, exhausto de la violencia a la que se había visto obligado a responder estaba en esos momentos sentado bajo su árbol: el Roble del Eterno Revenue. Le pidió consejo, y el árbol por toda respuesta, se marchitó y murió, y el último de los billetes se desprendió de sus ramas.
Los activistas, mientras tanto, libraban una verdadera batalla dentro de los límites del Imperio Cocacolístico. El Rey, dolido por su Árbol y cansado de lanzar las pesadas heladeras, anunció que los Osos Polares, los Pingüinos y hasta Santa Clahg estaban de su parte. Los activistas ya se habían adelantado a esto, y dijeron que ellos tenían los medios para destruir el reino entero si era necesario.
"No querrán decir que tienen a..."
"Sí, los tenemos a los Dos."
"Pero nos van a destruir a todos!"
"Por el bien de la Tierra."
"No se atreverían!"
"Libérenlos!" ordenó el Padre Dosporuno a sus discípulos hippies. Éstos, en el medio de las Máquinas que caían del cielo y los cañonazos de espuma, corrieron y abrieron dos puertas que se encontraban en dos extremos del Patio Real. Dos hombres salieron con aire confundido, miraron en todas direcciones y luego se vieron el uno al otro. Corrieron a encontrarse, y cuando los demás vieron esto detuvieron las hostilidades. El tiempo se detuvo y todos vieron en cámara lenta a los Dos hermanos correr hacia el otro:
"Gustaaaaaavooooo!"
"Herrrnaaaaaaaann!"
Y en el momento en que se unieron en un abrazo, la fortaleza implosionó con música y color.

Seguí Participando era el nombre del único sobreviviente al Paso de los Toros. Trastabilló hasta las puertas de la fortaleza, y empezó a empujar intentando derribarlas, listo para la guerra.
Cuando a los vigías les empezó a dar lástima, abrieron las puertas y Seguí Participando cayó estrepitosamente y de forma muy humillante. Lo llevaron con el resto de la Resistencia. Ambos se contaron su historia:

"Yo primero. Bueno, veníamos por el Paso de los Toros, y veníamos para tirarlos abajo y reconstruir el modelo de ventas. De pronto aparecieron los Toros, que medían como veinte metros de alto, tenían pinchos y lanzaban lásers por los ojos, porque eran semi robots. Semi robots alien. Y zombies. Nos embistieron y nos mataron a todos, salvo a mí porque soy muy duro, y los maté a todos."
"Nosotros estabamos preparando una bomba publicitaria para destruirlos a ustedes, pero nos explotó en la cara, y ahora tenemos que empezar desde cero. Sin embargo, nuestro Rey murió, y muchos de nosotros queremos compartir el mercado con ustedes."

Obviamente ambos estaban mintiendo. Lo que pasó en realidad fue que Seguí Participando rogó por su vida de forma tan patética que en lugar de matarlo, lo echaron volando de una patada en el tuje: sangre tan cobarde no era digna de ensuciar el Paso. Por parte de los Cocacolenses, la verdad de la milanesa es que se reunieron los dos creadores de la Fórmula, y era bien sabido que el día que eso pasara, explotaría todo.
De cualquier forma, el Roble renació fuerte y robusto, y lo plantaron en el borde entre todas las naciones, donde cada marca pudiera beneficiarse de sus frutos monetarios. De esa forma hubo igualdad de mercado entre todos... al menos hasta la llegada de la Copia Cola, pero esa es otra historia.

3 comentarios:

m. dijo...

hubiera querido que no terminara. Impresionantes las escenas de acción.

Anónimo dijo...

Exelente, realmente exelente.

Anónimo dijo...

en la epoca de la cola 12 esto no pasaba.
pasame el numero de tu dealer ya!

un saludo